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La tenda de Guncha

Sillas y Cojines de Meditación

La meditación es INACCIÓN

By Nieves Payá, 02/24/2016 - 00:25

Cuando la gente viene y me pregunta "¿Cómo hago para meditar?", yo le respondo: "No es necesario preguntar cómo se medita. Pregunta cómo hacer para permanecer libre de ocupaciones. La meditación se produce espontáneamente. Sólo pregunta cómo tener tiempo libre de ocupaciones: eso es todo. En esto consiste to¬do el truco de la meditación: en cómo permanecer libre de ocupaciones. Entonces, no puedes hacer nada: la meditación habrá de florecer."
Cuando no estás haciendo nada, la energía se desplaza hacia el centro, se instala en el centro. Cuando estás haciendo algo, la energía se dirige hacia afuera. Actuar es una forma de salirse de uno mismo. No actuar es una forma de entrar en uno. Las ocupaciones son un medio de escape. Puedes leer la Biblia, puedes transformarlo en una ocupación. No hay diferencia alguna entre una ocupación religiosa y una secular: todas son ocupaciones y te ayudan a quedarte en la parte exterior de tu ser. Son excusas para quedarse del lado de afuera.
El hombre es ignorante y ciego, y quiere seguir siéndolo, porque le parece que volverse hacia el interior es como entrar en un caos. Y así es. En tu interior, has generado un caos. Tienes que salir a su encuentro y superarlo. Se requiere coraje: coraje para ser uno mismo, y coraje para meterse dentro de uno mismo. No conozco coraje más grande que ese coraje de ser meditativo.
Pero la gente que se queda en la parte exterior, ya sea con cosas terrenales o no terrenales, pero igualmente con ocupaciones, piensa... y ha dado origen a un rumor a su alrededor: tienen sus propios filósofos, que dicen que, si eres un introvertido, de alguna manera estás enfermo, algo no anda bien contigo. Y constituyen la mayo¬ría. Si meditas, si te sientas en silencio, se burlarán de ti:
"¿Qué estás haciendo? ¿Mirándote fijamente el ombligo? ¿Abriendo el tercer ojo? ¿Adónde vas? ¿Estás enfermo?... Porque, ¿qué hay para hacer en el interior? No hay nada."
Para la mayoría de la gente, el interior no existe; sólo consideran que existe el afuera. Y en realidad es exactamente al revés: sólo el adentro es real; el afuera no es más que un sue¬ño. Pueden llamar enfermos a los introvertidos, pueden llamar enfermos a los meditadores. En Occidente, piensan que el Oriente está algo perturba¬do: ¿cuál es la finalidad de sentarse solo y dirigir la mirada hacia adentro? ¿Qué va uno a encontrar allí? No hay nada.
David Hume, uno de los grandes filósofos británicos, lo intentó una vez... porque estaba estudiando los Upanishads * y éstos repetían: "Entra, entra, entra." Éste era su único mensa¬je. Así que lo intentó. Un día cerró los ojos(un hombre totalmente profano, muy lógico, empírico, pero en absoluto meditativo), cerró sus ojos y exclamó:
"¡Es tan aburrido! Es aburrido mirar hacia el interior de uno mismo. Los pensamientos se movilizan, a ve¬ces algunas emociones también, pero siguen disparándose en la mente, y tú continúas observándolas. ¿Con qué objetivo? Es inútil. No tiene sentido."
Y así lo entiende mucha gente. La perspectiva de Hume es la de la mayor parte de la gente. ¿Qué estás haciendo para llegar al interior de ti mismo? Hay oscuridad, pensamientos flotan¬do aquí y allá. ¿Qué harás? ¿Qué saldrá de esto? Si Hume hubiera espera¬do un poco más (lo cual es difícil para personas como él), si hubiera sido un poco más paciente, a medida que los pensamientos desaparecen, las emociones se serenan. Pero, si esto le hubiera ocurrido a Hume, habría dicho:
"Esto es aun peor, porque viene el vacío. Al menos, antes había pensamientos, algo de que ocuparse, para observar, algo en que pensar. Ahora, han desaparecido hasta los pensa-mientos; queda sólo el vacío... ¿Qué hacer con el vacío? Es absolutamente inútil."
Pero, si hubiera esperado un poco más, entonces también hubiera desaparecido la oscuridad. Es como cuan do dejas un lugar iluminado por el cálido sol y entras a la casa: todo se ve oscuro porque tus ojos necesitan ponerse un poco a tono. Están adaptados al cálido sol de afuera; en comparación, tu casa parece oscura. No puedes ver; te sientes como si fuera de noche. Pero esperas, te sientas, des¬cansas en una silla y, tras unos segundos, tus ojos se adaptan. Ahora, ya no está oscuro, un poco más de luz... Descansas una hora y todo es luminoso, no hay oscuridad para nada.
Si Hume hubiera esperado un poco más, la oscuridad también se hubiera desvanecido. Como has pasado en el cálido sol de afuera muchas vidas, tus ojos se han acomodado a él, han perdido la flexibilidad. Necesitan un ajuste. Cuando uno entra a la casa, le lleva un ratito, algo de tiempo y de paciencia. No te apresures.
Nadie puede llegar a conocerse a sí mismo con apuro. Es una espera muy, muy profunda. Se necesita una paciencia infinita. Lentamente, la oscuridad desaparece. Surge una luz que no pro¬viene de fuente alguna. No tiene llama, no hay una lámpara encendida, tampoco está el sol allí. Una luz, tal como aparece a la mañana, cuando la noche ha desaparecido y el sol aún no ha salido... O como a la tarde, en el crepúsculo, cuando el sol se ha puesto y todavía no ha caído la noche. Ésta es la razón por la cual los hindúes denominan a su oración sandhya. Sandhya significa crepúsculo, luz que carece de fuente.
Cuando te dirijas hacia el interior, llegarás a la luz que carece de fuente. En esa luz, por primera vez, comienzas a comprenderte a ti mismo y a entender quién eres, porque tú eres esa luz. Tú eres ese crepúsculo. Tú eres esasandhya, esa pura claridad, esa percepción, donde el observador y lo observado desaparecen, permaneciendo sólo la luz.